Este libro explora cómo el uso del automóvil afecta la calidad urbana, la inconveniencia de los edificios altos, la importancia de calles atractivas para caminar y la relevancia de espacios públicos en una ciudad sana. Analiza la necesidad de contacto humano, la importancia de los bordes en plazas y la importancia de una arquitectura que enaltezca lo humano. Propone una manera más feliz de vivir en la ciudad, recordando a los arquitectos que su propósito es mejorar la vida de las personas.